sábado, 20 de septiembre de 2008

Vuelta al placer en casa

Hoy he vuelto a hacer el amor con mi mujer y ha sido... ¡Buf! Impresionante. Hemos disfrutado muchísimo, hemos jugado, gozado, gemido; hemos usado juguetes, lenguas, manos, pechos...

Hoy ha vuelto el placer a casa. Si bien las últimas veces no había sido del todo satisfactorio, no sé si por cómo me sentía yo después de haberla traicionado, ésta ha sido de las buenas veces, de los buenos polvos. De esos que me recuerdan que la pasión está en casa también.

Anteros, no hace falta que te cueles hoy por mi ventana pues Eros es capaz de crecer, dar y recibir placer.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

La distancia fomenta el olvido

En su día comprobé algo que siempre había negado y es el hecho de que un simple polvo, o dos, o tres, o tres en una misma tarde, podían cambiar tu forma de pensar. Siempre fui de los que no entendía a la gente (siempre mujeres) que decía eso de -Yo no engaño a mi pareja porque si me acuesto con un tío aunque sea sólo una vez tengo miedo de pillarme- Siempre pensaba -¿Cómo es posible que un único polvo sea capaz de tirar por tierra una relación feliz en la que todo es perfecto?- Pues bien, he de decir que ahora entiendo en parte ese sentimiento. No me ha llegado a pasar pero estas veces que me he acostado con mi amante, con quien jamás he pensado ni pienso ahora llegar a más, algo se me a encendido dentro y no es, ni mucho menos, un atisbo de dudar de mi relación actual, para nada, de verdad. Es "algo". Es haberme acostado con ella. Es haber disfrutado tanto del sexo con ella, por supuesto. Es haberme sentido tan vivo, y ésto conlleva el haberme sentido también tan malo y traicionero. Pero realmente me ha dado algo que mi mujer no podría por el mero hecho de no poder ser mi mujer y mi amante a la vez.

Ahora ella lleva una semana de vacaciones y le queda al menos otra y tal y como llegaron esos extraños y tristes sentimientos, se han ido y me vuelvo a sentir fantásticamente. De lo cual saco la lectura de que la distancia, ya sea en el espacio o el tiempo, fomenta el olvido. No sé si alguna vez el peligro estuvo aquí, creo que para nada, pero si fue así, sin duda pasó y sin duda volverá a pasar si se repiten los mismos hechos. Espero seguir acostándome con ella y espero a volver a sentirme raro y traicionero porque sé que en unos días de desconexión todo volverá a ser tan maravilloso como lo es ahora. Amo y no he dejado de amar ni un minuto a mi mujer. Y eso nunca cambiará.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

De cómo empezó el engaño y cómo se consumó la pasión

La llama se encendió hace un año y medio en una discoteca. Quedamos unos cuantos compañeros del trabajo para bailar pues lo llevabamos deseando hacía ya tiempo y arropados por el manto de la noche y aupados por los brazos del alcohol saltó la chispa. El deseo se coló entre los asistentes, se colgó de un foco y se nos plantó delante coivirtiéndo el baile en un juego de tres y cambiando mis ojos por cucharas dispuestas a permitirme sorber su sudor y mis manos por cuchillos afilados para cortar sus muslos por donde se unen.

La noche pasó y llegó el día siguiente siendo mi aperitivo a la comida un escueto e intencionado sms: "Quiero más" Y así la duda del "¿Más de qué?" dio el pistoletazo de salida tras el cual pasaron muchos meses de saber que, a parte de nuestras respectivas parejas, otros cuerpos eran ansiados por nuestro apetito.

Para avivar las brasas ella lo dejó con su pareja y fueron y vinieron punzantes correos electrónicos mezclados entre los de dos simples, primero y grandes, después, amigos. Al igual que alguna que otra conversación en la que se escapó un "Eres el objeto de mi deseo" recíproco y unos explícitos correos combustibles e inflamables de las últimas semanas que terminaron de despejar mis dudas: Tenía que hacerlo. Tenía que dar el paso. Mi relación no peligraba mientras todo permaneciese en el anonimato. Se trataba tan sólo de sexo y yo era un tipo joven que tenía por delante 60 años para no volver a hacer ésto y una madurez de vivir en pareja que sería más llevadera con un recuerdo así. ¡Ahora o nunca!

El primer encuentro fue rápido, directo, arriesgado. ¡Recargante! Mi mujer se iba a pasar el día en el campo con amigos. Lejos. Imposible volver sin avisar. Y yo tenía un festival de música, una ocasión en la que sabes que no vas a llegar pronto a casa. Por eso el día anterior y después una intensa semana de correos encumbrados como los más calientes y directos de todos la llamé y dije que si se venía a mi casa el día siguiente y que no tenía, para nada, buenas intenciones. Por lo que he sabido después a ella ésto le asombró mucho porque no me veía capaz de hacer algo tan "valiente" (inconsciente, añadí yo) así que me dijo que la dejara pensar y que ya me contestaría. En media hora recibía un sms corto, directo, estupendo: "" Al cual yo respondí en unos términos que sólo ella y yo sabemos pues ponerlo aquí me parecería hasta grosero.

Y así llegó el día. Con incertidumbre hasta el último momento pues ella no se decidía a venir a mi casa, la boca del lobo, vino, nos sentamos en el sofá e hicimos un rápido y gustoso amor. Fue el primero y no había registro con que comparar así que me gustó. Pero entre los nervios por no haber tenido respuesta a un mensaje telefónico de control a mi mujer, por se la primera vez etc. ella no logró llegar al climax con lo cual no fue perfecto. Tampoco pude verla desnuda pues, como digo, fue algo rápido y con la ropa puesta. Pero fue. Ocurrió. Lo hicimos. Cumplí un deseo que tenía desde hacía mucho tiempo y ni me sentí arrepentido entonces ni ahora. Hice el amor con aquella mujer que había sido el objeto de mi deseo. Había engañado a mi mujer de una forma premeditada cumpliendo un objetivo marcado un año y medio antes... ¡Buf! Sobredosis de sensaciones pero inflado de eso que empezaba a apagarse dentro de mí. ¡Soy joven! ¡Alguien más me deseaba! No sé... Necesitaba algo así ¿Es malo? No he dejado de amar a mi mujer aunque sí he tenido momentos de tristeza por lo que he hecho, por esta tapada traición. Y no he dejado de pensar ni un día en mi amante. ¿Tengo dudas? No. Lo cierto es que no, pero gracias a ésto que me está pasando he vuelto a sentir sensaciones que pensé desaparecidas. Supongo que será el ardor inicial. Eso que creo que me faltaba y necesitaba.

Anteros sí, Anteros no

Respondo ahora a Joan Sardá agradeciéndole, de antemano el completo e instructivo comentario.

Efectivamente, soy un hombre y efectivamente, mi historia trata de una infidelidad. Una infidelidad en la que, por ahora, los nuevos momentos de pasión no han mellado el amor que siento por mi mujer aunque quizás sí la pasión que solía sentir hacia ella. Por otro lado ¿cómo se si esa misma disminución de pasión ha sido la causa de mi búsqueda fuera de la relación?

Cierto puede ser que no conozca realmente el mito de Anteros y que mi interpretación del mismo sea interesada pero no soy nada docto en mitología y como no puedo contarle a nadie nada de lo que me está pasando, he buscado una base a mi historia, un nombre a mi situación y un lugar donde descargar lo que siento inmerso como estoy en esta reprochable y placentera experiencia.

Ahora bien, me pregunto: ¿Por qué no creer, si un erudito es, a Schwob? Por qué Eros y Anteros han de ser dos fenómenos manifestados en un único ser? ¿Por qué no puede uno dar la mano al amor y el otro al deseo? ¿Por qué no se pueden dar ambas posibilidades? Y si, por otro lado Anteros es la negación de Eros, como dices ¿Qué ocurre en una relación perfecta en la que el amor y la pasión conviven? ¿Cuál de los dos está presente ahí?
Lamento tantas preguntas. El caso es que necesito encontrar quién sea mi Dios de la pasión. Tengo que poner caras a todo esto que me está pasando y pensé que Anteros podría ayudarme. Espero los resultados de tu sondeo, apreciado Joan Sardá en busca de "algún mito ad hoc"

Muy pronto proseguiré con mi historia. Quizás hoy mismo pues no aguanto más sin desahogo.

viernes, 5 de septiembre de 2008

De cómo Anteros entró por la ventana estando Eros en casa

Unos deslumbrantes pechos, cima de su atractivo y objeto de mi deseo; unas estupendas curvas, delicias de mis pensamientos. Y por encima de todo una actitud, una postura frente al sexo, una forma de pensar en sexo, de hablar de sexo y, ahora, de practicar el sexo. Unos dardos lanzados sin objetivo aparente pues tanto ella como yo teníamos pareja, pero lanzados al igual que yo para sembrar un campo que siempre pudo quedarse en simple imaginación, en efímero pensar de un día, de un tiempo, pero que en un momento dado podía transpasar la frontera y dejar el quiero y no puedo en barbecho.
Es aquí donde entra en juego Anteros, hijo de Ares y Afrodita y hermano y compañero de juegos de Eros, dios de la atracción sexual, el amor y el sexo pero que sin Anteros no se hacía adulto. Así Eros en mi vida es la personificación del amor, la pareja, y Anteros la de la pasión. Fueron hermanos, con lo cual podrían perfectamente convivir juntos pero aún estoy por descubrir si pueden dentro de mí y si esta convivencia no genera un cambio de papeles. Eros llamó a mi puerta hace 6 años y se ha convertido sin necesidad de Anteros en un amor adulto, una relación consolidada. ¿Cómo reaccionarán pues los integrantes de esta historia ahora que Anteros ha entrado por la ventana?